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martes, 24 de febrero de 2009

**** “Ariel” Una deconstrucción del individuo. La visión de Sylvia Plath.

Alumna: María Eugenia Delgado.
Curso: Taller de escritura creativa (Ensayo) Profesora: Rosa Núñez, tercer año de Literatura.
Año: 2008.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN-AREQUIPA, PERÚ.


Cálida y vivaz pienso que puedo ser enorme,
soy tan estúpidamente feliz.
Sylvia Plath.
Carta en Noviembre




-Hay momentos en que entramos a un mundo donde nuestro rostro se multiplica y nos observa desde todos los ángulos, el terror causado por el desconocimiento de sí mismo, de ser un extraño en la tierra propia, de observar el reflejo y repudiarse. Y otro momento en que vemos en el otro lo odiado, identificar los ojos como dagas apuntando hacia uno, el dedo señalando, la carcajada de la esencia, revolcándose en los oídos como ecos infinitos. –

Empezar una lectura de Plath es todo un viaje de infinitas posibilidades. Plath no solo se ve reflejada en sus poemas sino que refleja su mirada como mujer, mirada que tiene hacia ella misma, mirada hacia otras mujeres y como estas llegan a condicionar la imagen que forma de sí.
Plath desde su niñez vive experiencias violentas que la marcan como persona, como mujer y como escritora. Al ser una persona llena de conflictos, ideales feministas y humanos se desenvuelve de maneras diversas en la sociedad y en la literatura que produce; condicionada por la bipolaridad, refleja en sus múltiples miradas, experiencias y sentimientos registrados en sus poemas, diversas visiones, estilos, texturas y sensaciones que brindan una lectura excitante y completa.
Plath trabaja su poesía a través de las miradas utilizando sus propios ojos para observar el entorno; los ojos de las mujeres, al ser de su mismo género trata de verse reflejada en ellas fallando constantemente, creando frustraciones que repercuten con el tiempo en sus poemas; y los ojos del otro, del hombre.

El hombre, según el principio de entropía, establece una tendencia de atraer los opuestos entre sí[1] La mente es un sistema que se autorregula en base a la lucha entre tendencias opuestas, es decir que el hombre esta atraído a los extremos, estos extremos configuran un caos en la mente, que, sin el adecuado equilibrio (estado inconsciente) hacen caer al individuo en personalidades múltiples, esto sucede al querer suprimir un complejo (una oposición no aceptada) este se creará alrededor de la sombra[2] . La sombra al verse modificada, los instintos del individuo cambiaran al ser condicionados por el complejo. Este complejo se manifestará de maneras distintas en la persona. Sylvia Plath los depositará en su vida y en especial en su obra. Plath se enfrenta a la oposición entre su esencia femenina y el animus[3]. El animus siendo el arquetipo responsable de la vida amorosa y de la relación de la mujer con el hombre, al ser distorsionado y convertido en un complejo, destruye el arquetipo propio de la psicología de la mujer. El desarrollo social, entonces, se torna difícil con ambos sexos, creando una acción despectiva contra el ser humano. Plath, al nunca superar la muerte de su padre ni encontrar en la pareja el complemento equilibrante, se destruye así misma como mujer y como ser humano. Se ve reflejada en el hombre y esto le da asco. Termina por repudiar al hombre y con ello a sí misma. Ahora estoy en silencio, odio/ hasta mi cuello…tú sabes para que son las mentiras/ ni siquiera en tu décimo cielo nos encontraremos.[4]

Plath se desvincula de todo medio social, emotivo y personal. Según el arquetipo de maternidad[5], está claro que venimos a este mundo listos para desear una madre, la buscamos, la reconocemos y lidiamos con ella. Plath rompe este arquetipo aborreciendo a su entorno familiar como a sus propios hijos. Oh hermana, madre, esposa, /dulce olvido es mi vida./ ¡Yo nunca, nunca, nunca regresaré a casa![6] En este verso vemos como Plath resalta el fastidio que siente por su entorno, y el placer que experimenta al olvidarlo y dejarlos en el pasado. Así también escribe sobre ella como madre y el disgusto que le causa. No soy más tu madre/ que la nube que destila un espejo para reflejar su propia lentitud/ borrada en manos del viento.[7]

Sylvia Plath se ve en un conflicto entre su propio instinto y el complejo que posee. Ama y odia al mismo tiempo, pero, en este caso, por nunca llegar al equilibrio de oposiciones, adquiere un polo más que otro, atrofiando sus instintos y sus capacidades. Aunque trata de llegar a una estabilidad emocional, con el tiempo entra en un letargo social donde sólo existen ella y ella. Elimina los patrones externos, deja de verse en el otro. El autorreconociemiento entonces se limita al no ver más allá de sí, pero Plath afirma de manera inconsciente que el problema no es ella sino el otro y lo manifiesta con acidez en sus poemas. Dices que tu esposo no es bueno para ti/ su mamá judía custodia su sexo como una perla/ tú tienes un bebé/ yo tengo dos.[8] En este verso podemos ver claramente como Plath está en una constante batalla contra el otro, trata de sobresalir, de mostrar que todos están equivocados y que ella predomina ante los demás; pues es ella la mejor, la que se reconoce como persona y valora lo que es. Se pone frente a los demás tratando de mostrar que es mejor en todos los sentidos posibles: Y yo una mujer sonriente/ tengo sólo treinta. Y como el gato nueve veces para morir. [9]

El héroe[10] es uno de los principales arquetipos. Está representado por la personalidad humana y es el luchador de los dragones malvados. Básicamente, representa al Yo (tendemos a identificarnos con los héroes) y casi siempre está envuelto en batallas contra la sombra, en forma de dragones y otros monstruos. Estos héroes pueden ser identificados en individuos del entorno a las cuales les ponemos máscaras de “salvadores”. No obstante, el héroe es tonto. Plath trata de ver su reflejo en otras mujeres, sus héroes, reconocerse a partir de un individuo similar a ella y encontrar el personaje mitificador que la salve de los conflictos. Pero termina aborreciéndolas por tontas, por sumirse al falo, por ser iguales todas y no saber distinguirse como mujeres. Sylvia se arremete contra ellas y lo manifiesta de manera directa en sus poemas. Dispuesta para llenarla/ para traer tazas de té y quitar dolores de cabeza/ y hacer lo que le ordenes,/ ¿te casarías con ella?[11] En este párrafo Plath expone a las mujeres como esclavas del hombre, amas de casa atentas y cuidadosas, obedientes y sumisas. Dice dispuestas y para llenarlas, es decir, esclavas sexuales, máquinas de hacer hijos y máquinas para cuidar de ellos y de sus maridos. Ve en ellas la imperfección de su género, el error de la feminidad, el dominio del pene y del virilismo.

Plath a raíz de la condición de las mujeres, se libera de toda esclavitud y se manifiesta como ser único y perfecto, pero a esta perfección encuentra características que odia y a partir de ello entra en un conflicto absolutamente personal. Jung dice que el "ego" es la parte central de la conciencia y tiene la función de otorgar el sentido de continuidad e identidad personal a través de la vida, el sentido de "sí-mismo". Plath tiene el ego distorsionado, el sentido de sí misma que posee es confuso y desordenado. Habla de la importancia de la belleza y luego la de la inteligencia, de la muerte y de la inmortalidad del ser. El sentido propio ha perdido toda base y se desarrolla de acuerdo a las experiencias o situaciones en las que Plath es colocada. La actividad yoica[12] organiza la actividad consciente que consta de pensamientos, recuerdos, percepciones y sentimientos. Plath tiene toda esta actividad desordenada y confusa, los recuerdos son desfasados para entrar en cavilaciones momentáneas. Actúa frente a sucesos sin considerar lo pasado. Plath camina con los ojos vendados, no quiere ver lo que aborrece, el mundo de mujeres y hombres estúpidamente felices. Y la pared de viejos cadáveres, los amo/ los amo como una historia/las manzanas son doradas/ imagínalo [13] Los cadáveres son las personas del entorno, ella vive en su propio mundo donde el centro es ella pero, en ella no encuentra la verdadera perfección, al final de todo se aborrece así misma, experimenta una lucha entre lo físico y lo no físico, entre su perfección y su imperfección. Trata de rescatarse pero al final siempre se ve como un ser inacabado y esto antes sus ojos es el fin.
Para explicar mejor, pasaremos a revisar partes de los poemas Medusa y El temeroso[14].

Tus marionetas/ navegando sus células salvajes en mi sombra de hierro/ arremetiéndose como corazones/ estigma rojo en el mismo centro/ conduciendo la desgarrada marea al punto de partida más cercano.[15]
Las marionetas como espermas que buscan un óvulo para fertilizar. Viajan en una sombra de hierro, en un lugar vacío, oscuro, frío. La necesidad de colocarse como un punto negro, inacabado, profundo pero poco claro, inerte (de hierro), incapaz de generar vida y luz.

La máscara se expande/ devora al gusano… el limbo de plata en cada ojo./ donde el niño jamás podrá nadar, donde sólo existen él y él[16]
La máscara como un héroe interno, un héroe creado por Plath, un personaje masculino (tal vez en un estado inconsciente) que la salvará de un individuo al cual aborrece, no importa si aun no existe.

Yo no te llamé/ no te llamé para nada/ sin embargo, sin embargo/ navegaste hacia mí por el mar/ gruesa y roja placenta… No probaré bocado de tu cuerpo/ botella en la cual vivo15
En este verso, de otro poema posterior a “El temeroso”, vemos que el héroe no pudo salvarla, que lo no deseado se produjo y hay un odio intenso por lo que se acerca. El que navega no es esperado, ni amado. Es un error de la naturaleza. Y, aunque niega la aceptación del nuevo ser, sabe que es parte de ella y que ambos viven uno dentro de otro (El arquetipo de madre).

Ella preferiría estar muerta que gorda/ muerta y perfecta, como Nefertiti.16
Al evocar al personaje en tercera persona, entramos a una discusión sobre si habla de ella o de las mujeres y su superficialidad. Tras haber analizado a Plath, sabemos que vive un conflicto sobre su perfección/ imperfección y que esta puede ser una muestra clara que, aunque aborrece a todas las mujeres sumisas, de alguna manera se ve reflejada en ellas, se identifica con su sufrimiento y sus limitaciones, pero al final siempre toma la actitud castrante, negativa, desaprobatoria (contra ellas y ella misma).

No hay nada entre nosotras15
Niega, al final, los lazos que la unen al otro, a ellas. Crea la división entre su imagen y la otra, desfasando todo lazo que pueda unirlas.

Jung trata al complejo como la imagen de cierta situación psíquica que tiene una fuerte carga emocional y que además es incompatible con la actitud normal de la conciencia, interfiriendo las intenciones y voluntad consciente, produce alteraciones en la memoria y en la conciencia[17] bloqueando el flujo de las asociaciones, comportándose como entidades independientes. Plath lidia con los hechos positivos y negativos, asimila la belleza y al mismo tiempo el horror que existe en ella. La memoria se trastorna en convergentes confusas de contradicciones e ideas entremezcladas. Si la luna sonriese, se te parecería/das la misma impresión/ de algo hermoso pero que aniquila… la luna, también reduce a sus sujetos/pero en horas del día es ridícula.[18] En estos versos podemos ver la transpolación de ideas positivas con negativas. De las visiones hermosas pero con sus horrores presentes. Plath no desliga la belleza del horror y trata a todo en el entorno con frialdad, reconociendo los puntos fuertes, sí, pero imponiendo las debilidades (incluyendo las propias) a lo largo de su obra.


Dios mío, que soy
que estas bocas tardías deberán llorar abiertas
en un bosque de hielo, en un amanecer de ancianos.
[19]


[1] Descubierto por el filósofo griego Heráclito. Desarrollado luego por C. Jung.
[2] Arquetipo de los instintos y el sexo. C. Jung. “Psicología Analítica”
[3] El aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. C. Jung
[4] Lesbos - Sylvia Plath. “Ariel”.
[5] C. Jung. “Tipos Psicológicos”
[6] Amnesia – Sylvia Plath “Ariel”
[7] Canción de mañana – Sylvia Plath “Ariel”
[8] Lesbos - Sylvia Plath. “Ariel”.
[9] Lady Lazarus - Sylvia Plath. “Ariel”.
[10] C. Jung“El estudio de la transferencia arquetipal de contenido mítico”.
[11] El aspirante- Sylvia Plath “Ariel”
[12] Referente al yo( Ego). C. Jung “Tipos Psicológicos”
[13] Carta en noviembre – Sylvia Plath “Ariel”
[14] Medusa” “Ariel” y The fearful “
[15] De Medusa.
[16] De El temeroso
[17] C. Jung “Tipos Psicológicos”
[18] El rival- Sylvia Plath “ Ariel”
[19] Amapolas en Octubre- Sylvia Plath “ Ariel”

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