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martes, 24 de febrero de 2009

****El Polo Opuesto Al Kitsch: (La línea que gravita al círculo de Sabina entre el peso y la levedad)

Alumna: María Eugenia Delgado.
Curso: Ganador del 2do puesto en el III concurso Jorge Cornejo Polar de la facultad de Filosofía y Humanidades.
Año: 2009


Las mujeres que se alegran de ser
idénticas e indiferenciables
celebran en realidad su muerte futura,
que hará que su identificación sea absoluta.

Milán Kundera



En La insoportable Levedad Del Ser, Kundera trata al individuo desde dos puntos opuestos: aquellos que se someten a la levedad de la existencia, a lo inaceptable de lo humano y los que renuncian al Kitsch[1]. Hay una pretensión muy grande al empezar el ensayo con ésta cita de Kundera, cayendo en cuenta de que soy mujer y que puedo llegar a pecar de ser idéntica, pero también creo firmemente que no hay nada más hermoso que reconocer las virtudes en una persona, más aun si comparten un mismo género. Si bien la obra se centra más en los personajes de Tomás y Teresa, en este ensayo trataré a Sabina, uno de los personajes más cautivadores e impresionantes de la novela, pues es esta mujer quien rompe las reglas del Kitsch, quien se desenmascara de las reglas del mundo y es a partir de ese momento donde empieza a ser ella, mujer artista, humana; pintando un universo paralelo al suyo donde una de las reglas principales es el peso. El libro está dividido en siete partes, utilizaré tres de estas como guía para estructurar mi ensayo. En las siguientes líneas pretendo descubrir a una mujer nada idéntica a otras, analizando sus conductas, sus ideas y sus reacciones físicas hacia el mundo que detesta, ingresaré al mundo de la ficción para encontrar un rostro nuevo, un rostro que esboza compromiso intelectual y femenino, en otras palabras, el lado opuesto al Kitsch, un nuevo rostro de feminidad.

LA LEVEDAD Y EL PESO

Kundera dibuja la primera imagen de Sabina a través de los ojos de un personaje masculino, Tomás, es él quien se debate durante toda la obra entre la levedad y el peso. Tomás teme a las mujeres, las desea pero, les teme. Busca en ellas una especie de compromiso al que llama “amistad erótica”, una relación no sentimental en la que uno no reivindique la vida y la libertad del otro para hacer feliz a ambos[2]. A primera impresión las ideas de Tomás con respecto a la mujer pueden resultar limitadas, pero considero todo lo contrario. Tomás es capaz de conocer al ser humano desde una perspectiva individual, de desprendimiento, y es él quien atribuye esa cualidad a las mujeres nada idénticas, esa cualidad de altruismo, de independencia, de capacidad de sentir y experimentar sin renunciar a uno para reivindicar al otro. Tomás maneja la idea de otredad desde un nivel superior y evolucionado, entendamos a la otredad como reflejo de uno en otro, reconocimiento, mas no sumergimiento en el otro lado del espejo. La concepción de felicidad hasta este punto primero de la obra, también se desprende de los ideales comunes, la felicidad como sentimiento causado por el dominio de uno mismo, en especial en el aspecto sentimental. Creo firmemente en el aporte de los sentimentalismos a las ideas y sensaciones a las inutilidades más castradoras del hombre, es pues con los sentimientos que uno renuncia a uno mismo, enclaustrándose en un territorio de emociones desbordantes y aniquiladoras de la belleza, el peso y la libertad.
La que mejor le entendía de todas sus amigas era Sabina[3]. Ella entra a la historia como el personaje capaz de dibujar posibles a los problemas de Tomás; desde un comienzo es una mujer fuerte. Kundera retrata a este personaje con mucha delicadeza, perfilando bien su silueta física y psicológica, la desprende del amor, le atribuye cualidades únicas como mujer. Sabina desvincula la sexualidad del amor como lo hace Tomás, entre ellos hay un entendimiento implícito durante toda la obra, es quizá Sabina el personaje más adecuado para ser la compañera de Tomás, pero las relaciones son producto de la levedad y no olvidemos que nuestros personajes son amantes del peso. Creo que es difícil para el ser humano desvincular el acto de compartir el cuerpo con alguien con los sentimientos, en especial en las mujeres, por la psicología que poseen, o como yo pienso que nos atribuyen. Sabina rompe estos esquemas psicológicos que limitan a las mujeres, se muestra como una rebelde humana, como un ser independiente, un ser capaz distinguirse, de dar la espalda a la masa.

Sabina GRITA: Como una flor, la carne recogida en el perfil, puede abrirse para asombrarnos[4].Ella asombra, es una flor que no deja de reinventarse, en Sabina descubrimos una nueva mirada, un nuevo rostro de mujer, un par de manos extasiadas por el peso, incansable.


Una flor entre dos espejos que se miran:
el infinito


Sabina es un personaje liberado de todo perfil común, se siente cómoda con lo que es y con lo que siente, en especial intelectual, artística y sexualmente. Sabina ve en Tomás un compañero de revoluciones[5], Tomás ve en Sabina la amiga perfecta.
Carta de una amiga a un amigo: quisiera hacer el amor contigo en mi estudio, como en un escenario. Alrededor habría gente y no podrían acercarse ni un paso. Pero no podrían quitarnos los ojos de encima[6]. La pureza de las palabras en una confesión del inconsciente resalta más la silueta de Sabina, no tiene miedo, se deja llevar por sus sensaciones e impulsos. Sabina sueña con Tomás y no tiene reparos en hacérselo saber, ha descubierto una nueva mirada al mundo que la conforma o quizás al mundo que ella misma crea para ella y ella. Sabina concibe su mundo como si estuviera en medio de dos espejos frente a frente, el laberinto de las posibilidades infinitas, eso excita a Sabina, la envuelve, la hace inmortal.
Por segunda vez Sabina GRITA: Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.[7] Sabina viaja dentro de sí misma, y se descubre en su propio arte, en la pintura; en ella recoge mundos imposibles incluyendo uno dentro de otro, como un laberinto infinito. Sabina ve en Tomás otro mundo infinito, en él hay un tema para retratar en sus cuadros, como si en su pintura confluyeran los dos mundos, una doble exposición. La mirada que deposita en él, va más allá de lo sentimental, es un reconocimiento en el laberinto, es arte; ella y él, los extremos del mundo imaginado por ambos, son la frontera tras la cual termina la vida y la pasión por el extremismo en el arte, es una verdadera ansia de muerte. Pero la muerte como posibilidad de renacer, de reinventarse, no de culminación.

EL ALMA Y EL CUERPO
En esta parte creo importante incluir el personaje de Teresa, la pareja de Tomás. Aunque hubiera preferido evitar este momento del ensayo, es necesario hacer un comparativo, mínimo pero significativo, entre Teresa y Sabina para llegar a la revelación de la última. Sabina se miraba a sí misma a través de sus cuadros, Teresa en el espejo, cayendo en la levedad que implica lo terrenal de la figura sin ser contemplada como una obra de arte.


dos flores se devoran a mordidas
revelando el corazón que no tienen


Sabina posee una debilidad femenina, el querer sentirse superior ante las demás portadoras de su género. Ella ayuda a Teresa a incluirse en el mundo del arte: el de la fotografía. En una parte de la novela, Teresa es invitada por Sabina a su estudio para fotografiar sus cuadros. Tomemos la invitación como una provocación para demostrar la incapacidad que poseen las mujeres al comprender a otras más elevadas. Sabina afirmaba que detrás de una mentira comprensible habitaba una verdad incomprensible, es decir que el mundo no era mas que una mentira que todos asumían por verdad, porque era entendible, pero que oculta algo más profundo y verdadero, pero que esa profundidad es incomprensible a los ojos de la masa humana, pues no están preparados para afrontar los laberintos que implica la existencia. Sabina considera a Teresa parte de esa masa. Teresa se considera parte de es masa. Teresa admira y teme a Sabina. Sabina se alegra del temor que percibe en Teresa. Teresa y Sabina entran a una batalla sin enterarse. Ambas caen en el vértigo entendido como la profundidad que se abre y atrae, seduce, despierta el deseo de caer, del cual se defienden espantadas. Sucumben al encanto de la fotografía de los cuerpos desnudos.


La primera flor ha caído brevemente a la levedad del ser


El cuerpo es un arma mortal, Sabina ha caído ante su propio cuerpo, ha utilizado el espejo equivocado, buscando un rostro que no le corresponde, ha utilizado la máscara que pertenece a Teresa, se ha confundido y se ha perdido, por unos segundos, en una tierra de posibilidades limitadas, está aterrada.
Por tercera vez Sabina GRITA: La muchacha halla la máscara del infinito y rompe el muro de la poesía[8]. Teresa ha sentido el peso por primera vez, han intercambiado espejos, Teresa no ha aguantado, ha visto sin mirar. En esta parte podemos apreciar la condición humana que Kundera atribuye a Sabina, a pesar de todo, es débil, y en esa debilidad, reconocible por Sabina, radica el poder que sólo ella posee de entrar al juego y salir sin dificultad, se asusta pero no cae. El alma y el cuerpo, a veces, son uno sólo, a veces el cuerpo vence al alma, y se produce la asquerosa unión que Sabina tanto detesta, pero ella ha caído, pero sólo unos segundos: condición de humana.

PALABRAS INCOMPRENDIDAS
La imagen victoriosa de Sabina, es ella, en ropa interior, armada de su sombrero de Hongo[9]. Esta imagen que antes había sido tan importante para ella, como recuerdo de un momento al que se rehúsa perder en la memoria, ahora se desvirtúa en un juego macabro. La imagen es presentada a Franz, otro de sus amantes, y este lo toma como una broma. Ella, se siente ridícula y absurda en esa persecución de un instante ya perdido. El sombrero ahora, ante los ojos de Franz, se vuelve en un objeto que simboliza la violencia respecto a Sabina ante su dignidad femenina. Franz es incapaz de comprender a Sabina, Sabina es incapaz de comprender a Franz. Dos mundos que se unen para generar la niebla. Sabina se reduce a los intentos por recuperar un momento perdido.


Culminación:
Todo centro es un camino errado
S i l e n c i o


Sabina es una mujer distinta a las demás, sus palabras y concepciones del mundo son incomprendidas por casi todos los seres, ficcionales o reales. Sabina, por ejemplo, en su concepción de la mujer, va más allá de las reflexiones filosóficas, afirma que no es ni un mérito ni un fracaso, que el rebelarse contra el hecho de ser mujer es tan absurdo como el de enorgullecerse de ello. Esta idea que Kundera atribuye a Sabina genera la más profunda admiración por esta mujer que sin recalcar en sí misma esta condición, realza su género demostrando una sabiduría infinita en la cual se sostiene para vivir de manera heterodoxa y sentirse viva dentro de esos mundos que ella misma genera para su propia preservación como humano. Termino el ensayo con un verso de Varela que considero exacto para describir a Sabina: Si golpeas infinitas veces tu cabeza contra el imposible, eres el imposible. Eso es Sabina, un imposible: belleza exacta en el perfil femenino.


Las mujeres que se alegran de ser
idénticas e indiferenciables
celebran en realidad su muerte futura,
que hará que su identificación sea absoluta.

Milán Kundera



[1] El concepto de “Kitsch” se refiere principalmente a un estilo estético que apela a nuestras emociones. M. Kundera le agrega una connotación más filosófica, en donde afirma que “Kitsch” es todo lo inaceptable de la existencia humana.
[2] Milán Kundera “La insoportable levedad del ser”. España. Editorial TUQUETS, 1984:20

[3] Milán Kundera “La insoportable levedad del ser”. España. Editorial TUQUETS, 1984:20
[4] Blanca Varela “El libro de barro y otros poemas”. Perú. INC, 1972: 86
[5] Entendamos por revolución el hecho de revelarse de uno mismo, de los prejuicios propios más que de una sociedad preestablecida.
[6] Milán Kundera “La insoportable levedad del ser”. España. Editorial TUQUETS, 1984:24
[7] Alejandra Pizarnik “Caminos del Espejo”. Argentina. Editorial Dragostea, 2008.

[8] Alejandra Pizarnik “Salvación”. Argentina. Editorial Dragostea, 2008
[9] Triple significación: Herencia de su abuelo, el único recuerdo de su padre, la imagen sexual que proyectaba en Tomás: su poder máximo.

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