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miércoles, 14 de mayo de 2008

****La madre, la hija y la cobija. (Una aproximación de género a Herencia de Clorinda Matto de Turner)

Alumno: Jorge Alejandro Vargas Prado.
Curso: Literatura americana II, profesor: Goyo Torres Santillana, cuarto año de Literatura.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN-AREQUIPA, PERÚ.
Año: 2008
Puta la madre, puta la hija, puta la manta que las cobija.
Si hay una palabra constante que utiliza Clorinda Matto de Tuner en su novela Herencia para describir a las féminas sería la antes citada. Es extraño que, con su espíritu fuerte y la necesidad de fundar nuevas corrientes por estos lados del mundo, tenga una imagen tan llamativa de sus congéneres, a través de este trabajo vamos a darle un vistazo a la imagen construida de la mujer en su texto de obvia bandera naturalista.

Considero que Clorinda se escuda en las premisas del naturalismo para componer aquella figura tan desencantada y rotunda sobre las generaciones femeninas en el mundo. El naturalismo, como sabemos, es una corriente que tiene sus orígenes en el Realismo, utiliza los métodos de las ciencias naturales para describir personajes degradados, es decir se constituye como una manera pesimista y sucia del realismo.
Según esta teoría el hombre no es completamente libre sino que es encadenado a su destino desde su nacimiento por medio de dos factores: el medio social y la herencia biológica. Pues bien, son justamente estos temas los que bullen de manera notoria a lo largo de toda la novela. Clorinda Matto de Turner creó con Herencia, un manual esquematizado de lo que significan todas las nociones del naturalismo y me resulta extraño que, según su texto, las únicas que pueden ser predestinadas son las mujeres. Los hombres resultan inmunes a cualquier premisa naturalista.
Aristóteles pensaba que un discurso resultaba menos aburrido si al comienzo se advertía su final, pues no hay mejor frase para resumir lo que intento plantear en el trabajo que la mencionada por Espíritu la mulata, al principio de estas disquisiciones.
Comencemos pues a describir a las mujeres más representativas de la novela para tener un panorama más claro:

Lucía y Margarita.
Frágiles mujeres con íntima ligazón a Cusco (Margarita es cusqueña[1]), casi sin voz que en primera instancia, son sólo visibles por ser respectivamente esposa e hija adoptiva respectivamente de un hombre tachonado de virtudes por donde se le mire: Fernando Marín (“uno de aquellos hombres nacidos para mandar y para que las mujeres le adorasen con el frenesí de los sentidos” nos dice Clorinda). Ellas, a fiel reflejo de él, son también mujeres en los que la dicha no descansa nunca, sin embargo en ellas el medio social merma algunos valores, que si no faltaran, las convertirían en perfectas imágenes de yeso, poco biológicas de tan perfectas (lo cual le resta algo de verosimilitud a la novela, la forma se pierde por un fondo demasiado conciente, considero que la forma de la obra de arte no puede sacrificarse bajo ningún punto de vista). La novela se inicia con una descripción de Lima “la engreída sultana de Sud-América” frase que podría resumir también la idea de lo extranjero como cualidad de superioridad que se expone en toda la novela, talvez no referida explícitamente a la propia identidad (pues los intentos de ellas se concentran en ser mejores que las “costeñas”, y por el final existe una fuerte muestra de autoidentificación con el ande que sin embargo, no deja de ser un ande burgués). Según Barthes podríamos asociar este sentimiento con la necesidad de “extrañamiento” que investigaron los antiguos preocupados en la retórica, este sentimiento consistía en que todas las cosas extranjeras siempre son mejores y, como la retórica es fundadora de la concepción del mundo occidental, podríamos releer esta necesidad de objetos extranjeros como una necesidad de asumir un mundo por completo occidental (burgués, aristocrático, fino, etc.). Sin desviarnos del tema.
La primera asociación que hace de estas mujeres apenas aparecen en escena, y bajo la óptica de dos temperamentales muchachones, es la de “mercancía”. Ellas son vistas como nuevas “en el mercado del amor” por estos dos amigos que se quedan sorprendidos por unas vestimentas cuidadosísimas que la autora describe en detalle. Resulta anecdótico también que sea la calle “Mercaderes” en la que se desarrollan las descripciones. Quizás inconcientemente, Clorinda describe a sus dos máximas protagonistas como simples piezas exóticas que se exhiben para, y sólo para, la venta.
Ahora, ellas no están simplemente de venta para los varones sedientos, ellas están también comprando toda clase de aditamentos para poder, como ya lo dijimos, superar a todas las limeñas presuntuosas. El circuito comercial está completo. Nos enteramos que han sido invitadas a una fiesta de gala. Al primer reclamo de Margarita al ver tal despilfarro de dinero, Lucía reduce a todas las familias invitadas a sus géneros femeninos (las de Bellota, las Mascaro, las Ruleta, las López) y le advierte la horrible sociedad que está por conocer pero que sin embargo, a la que no puede dejar de ser sumisa y obediente. Acá la autora hace un dialogismo: a las mujeres de la época no les importaba su propia muerte debido a la tisis si ante sus amigas podía ostentar las novedades lujosas que había adquirido sin embargo, es rotunda al aclarar que ni Lucía, ni Margarita compartían ese pensar. Obviamente nos damos cuenta que esto no es cierto, que, aunque no lo pretenda, termina echando en el mismo saco a todas las de su género. Es obvio que tiene que defender a sus protagonistas principales pues ellas, al ser madre e hija las virtudes personificadas, están exentas desde tiempos inmemorables de aquella carga (puta la madre, puta la hija) y por lo tanto van a tener un final completamente feliz y emocionante. Detallemos dos puntos aquí, Clorinda entonces nos deja sin una esperanza: el humano es completamente no-libre; ellas se han podido liberar de la herencia pero, por más que piensen distinto, no lo están del ámbito social. Por otra parte, Margarita va a terminar sus días muy feliz con el ser que más amaba, Ernesto un muchacho no tan afortunado[2] pero que sin embargo, por su condición inmune de varón, no carga con ningún tipo de peso. Ahora, para los personajes de la novela y supongo que para los intelectuales de esta corriente también, este tipo de desgracias heredadas sólo a las mujeres se ven claramente demostradas por la ciencia, es decir utilizaban la “verdad” científica y una serie de argumentos sólidos para demostrar esta fatalidad en el destino humano. Dejemos que sea el mismo Fernando quien nos hable: “La ciencia ha demostrado y patentizado la herencia directa de los males que he enunciado, así como la herencia perruna de la hembra, y toca al hombre honrado precaver su descendencia, pues, crimen, y crimen inaudito es el de dar vida a hijos enfermos, con la conciencia de su desgracia pedurable y transmitible, crimen que los ortodoxos le cuelgan al buen Dios y que sostienen no sólo las mujeres dispensadas de sus errores en consideración de su ignorancia, sino los hombres aviesos que echan a los cuatro vientos las pomposas frases de progreso e ilusión”. Vaya frases.

Doña Nieves y Camila.
El yang del ying que acabábamos de describir. Resultan justo la otra cara de la moneda, lo que nuevamente nos hace dudar ante esta planicie psicológica de los personajes en la obra: por un lado los buenos y por el otro los malos. El primer rasgo que salta a la luz es su aparente fortaleza, su voz ruda y contundente que somete a su esposo don Pepe Aguilar, un sargento venido a menos. Como dice la propia autora “en la casa, doña Nieves era el sargento y don Pepe el cabo”. El impulso vital de doña Nieves estaba en casar a sus dos hijas, Lolita y Camila con hombres acaudalados para asegurarse el futuro, refirmando así que ninguna mujer podía estar completa sin un casamiento adecuado, ninguna (no hay una sola posibilidad, rotundamente, ni una) puede salir adelante sola, como veremos con la última mujer que describiremos. Con esta intensión, la de encontrar los hombres correctos, solía organizar muchas fiestas con las que su esposo no estaba de acuerdo. Esta oportunidad es bastante importante pues se festeja el cumpleaños de Camila y es a esta fiesta a la que asistirían Margarita y su madre. Su fiesta es una clara muestra de la actitud viperina de todas las mujeres, excepto claro de las serranas, quienes desgañitan sus corazones cuando ven a las nuevas mujeres con trajes tan costosos. El veneno discurre por los suelos con total descaro.
Es aquí que se pacta el destino fatal de Camila. Aquilino, un hombre italiano algo mayor que atendía en la pulpería cercana, se enamora concienzudamente de ella al verla en su cumpleaños. Inventa una tregua con Espíritu Cadenas, la mujer de la que hablaremos en seguida, y puede acercarse a Camila para robarle un beso. Este tipo de visitas furtivas van a ser frecuentes en la casa de los Aguilera, haciendo que Camila caiga rendida ante el primer amor. Cabe acá mencionar que Camila no es justamente el retrato heredado de su madre, sino que al contrario le caracteriza una quietud y amabilidad, sin embargo veremos cómo Clorinda nuevamente nos arranca las ilusiones y destruye el destino de una niña inocente como Camila. Camila es, sin duda, inocente. Luego de un tiempo la deshonra es descubierta por los padres de Camila, don Pepe pone un grito del cielo al descubrir que se trata del italiano de la pulpería y nuevamente se reflexiona sobre la bajeza biológica de las mujeres en general, sus propias palabras son precisas para ejemplificarnos la situación “¡Perra!... ¡perra!... sí señor... la madre... y se entregó a mí... la hija; es natural que se entregue a otro... ¡la ley hereditaria!... ¡perra! ¡perra!...”. Doña Nieves, sin embargo, defiende a su hija poniendo de excusa la belleza del italiano, pese a todo era imposible una unión formal ante la sociedad. Doña Nieves entonces ingenia una solución: con ayuda de todo el dinero que tienen convertirían a Aquilino en el Conde Luis de la Coronilla para así convertir el amor prohibido de su hija en uno de los eventos más importantes de toda la ciudad. Sin embargo, como ya lo hemos venido diciendo, pese a la completa inocencia de Camilia tiene encima un enorme lastre que va a pesar tanto que terminará reventando su cuerpo. Al final, la boda se realiza y los novios lo tienen todo, sin embargo descubrimos el carácter horripilante del italiano, y al cual Camila estará atada por siempre: alcohol y golpes.

Espíritu Cadenas.
Su nombre es un retruécano bastante llamativo. Se trata de una negra muy pobre que está condenada no sólo por ser mujer, sino por ser de la última escala social. Si para las mujeres ricas cualquier posibilidad de felicidad está negada, imaginemos que situación terrible la de Espíritu. La primera tesis en este personaje es que ninguna mujer, bajo ninguna condición, tiene ni la fuerza ni la capacidad biológica de salir adelante pues la ruina de Espíritu es a causa de la muerte de su madrina y protectora. Clorinda la describe como un ser sumamente incapaz de razonar, pues la compara con un pajarito criado en jaula de oro que luego de verse en libertad no sabe qué hacer con ella. Clorinda nos dice después: “acabó como todas las de su clase acaban, por caer con el primero que despertó sus sentidos y la dejó cuando iba a ser madre”. Entonces Espíritu es la víctima perfecta ideada por el naturalismo, condenada por su herencia biológica y por su ámbito social. Reafirmemos la tesis de Clorinda usando sus propias palabras “[al nacer la hija de Espíritu]... fue necesario apelar a la caridad de las vecinas que habitaban el mismo callejón del Molino Quebrado, quienes la asistieron, lamentando muy de veras que el nuevo ser fuese femenino... y por eso, allá donde la moderación rige al amor, nacen varones robustos, moral y físicamente”. Cualquier interpretación sobra.
La historia de esta morena es devastadora. Comienza con su desesperación al ver a sus hijas llorando de hambre y pidiendo a media lengua un poco de galleta seca. Lo último que le sobraba era un cuadro de Santa Mónica que no había podido vender en anteriores oportunidades por una cuestión de fe pero ahora no había otra opción. Recibe una mísera suma, tras ser engañada por el usurero, con la cual compra algo de comer a sus hijas, sin embargo llega la noche y hay una parranda en la vecindad. Ella, atada con cadenas a su cruel destino, decide ir y gasta una parte del dinero en tragos. Cuando el alcohol resulta histérico y delicioso, y ante la petición de Pantoja, un hombre que le despierta muchos deseos ella termina de gastar sus últimos soles para luego acostarse con él. Si a las otras mujeres, medianamente golpeadas por la desgracia les resta una vida de infelicidad, a Espíritu, marginal por donde se le mire, sólo le queda la muerte que llegará unas semanas después dejando a sus hijas más huérfanas que al principio y dejándonos a nosotros con una inmensa impotencia ante el terrible destino de ser mujer.

Gracias a Dios hoy podemos respirar tranquilos pues las nuevas corrientes que se van gestando en lugares más-que-nuestros desechan cualquier tipo de descreimiento en la vida, sobre todo cuando no se aporta ningún tipo de esperanza o camino a la libertad.
Si bien es cierto el texto de Clorinda Matto de Turner me pareció cuidado de forma, lleno de colores y fragancias insólitas pero, como ya lo hemos venido apuntando, un artista no puede sacrificar la técnica por alguna filosofía pues por intentar hacer un manual del naturalismo Clorinda pierde un aspecto más que vital en la prosa de ficción: la verosimilitud. Por otra parte no quiero ser un ente que la condene, considero que esta deslealtad a su género surge de la necesidad de forjarse como mujer fuerte que puede sobrepasar (en crudeza o en sagacidad, no lo sé) a cualquier macho que, como sabemos bien, ha construido la civilización para sí. Por lo tanto planteo una lectura más abierta de esta obra de Clorinda, una lectura que a través del remezón en nuestras conciencias y en nuestros sentimientos nos obligue a cambiar la situación, nos obligue a ponernos los vestidos de las otras y sentir como ellas.
Es necesario que sintamos como ellas, seamos ellas por un momento para, a través de la infinita ira y desazón, podamos luchar por un mundo en que los varones y las mujeres seamos, de manera complementaria, totalmente equivalentes.
Se intenta un final.


Bibliografía

-VEIRAVÉ, Alfredo. Literatura Hispanoamericana. Editorial Kapelusz. 1975. Buenos Aires.
-BARTHES, Roland. “La retórica antigua. Prontuario”. En La aventura semiológica. Trad. Ramón Alcalde. Barcelona: Paidós. 1990.
-MATTO de Turner, Clorinda. Herencia. Matto Hermanos editores. 1895. Lima.



[1] Esta historia se cuenta en Aves sin Nido una novela anterior de Clorinda Matto. Los “padres” Yupanqui de Margarita mueren debido a un complot de las autoridades. Entonces, tras previo pedido de Marcela Yupanqui, Margarita pasa como ahijada de Lucía y Fernando.
[2] Tomemos este término de la manera más romántica posible. El muchacho era muy pobre y se desespera ante la posibilidad del matrimonio que le exige una suma de dinero. Entonces, como es un hombre muy bueno algún ente superior le premia y gana la lotería con un pozo que es justamente la cantidad que necesitaba. Así comienza su fortuna en la vida.

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